-No te entiendo, no sé qué has visto en él.
-A decir verdad, yo tampoco. Porque más o menos las virtudes igualan a los defectos, pero quizá sea eso lo que más me ha enamorado. Quizás haya sido esa impresión que quiere dar de que todo le resbala, para luego descubrir que frente a ciertas situaciones realmente tiene sentimientos. Quizá haya sido que durante mucho tiempo he pensado que era invisible a su mirada y entonces me sonrió. Quizá haya sido porque creo que es diferente, me ha demostrado que lo es. Quizá haya sido esa manera de reír por las mismas estupideces que yo, o quizá simplemente cuando el ríe yo me río. Quizá haya sido porque su sonrisa provoca la mía. Quizá haya sido su pelo, sus ojos o su cuerpo, sus andares o sus gestos...El caso es que ya no puedo hacer nada contra esto.-¿Crees que es demasiado tarde?-No lo creo, lo sé.-¿Y qué piensas hacer?-Sólo me queda esperar. Esperar a que se dé cuenta de que siempre estaré ahí, para lo que quiera. Esperar a que se dé cuenta que él para mí no es uno más. Esperar a que se dé cuenta de que mis silencios los provoca él, que acelera mi corazón y deja inactivas mis cuerdas vocales. Esperar a que se dé cuenta lo mucho que me jode cuando se va con ella. -No deberías esperar tanto de él. Puede ser que nunca se dé cuenta.-¿Acaso puedo hacer otra cosa?-Claro que sí. Puedes entrar tú en el juego. Puedes conseguir ser la única, puedes ganar.
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